• CONFÍA EN LAS PROMESAS DE EL SEÑOR,RECUERDA QUE DIOS CUMPLIRÁ TODAS Y CADA UNA DE ELLAS SOLO TEN FE




    ¡Esto es verdad! Muchos creen que pueden hablar con Dios, pero son pocos los que creemos que Dios nos habla. Y cuando le pedimos a Dios una respuesta, Él siempre la da.

    Este escrito es una consecuencia de algo que le pedimos mi esposo y yo a Dios anoche que nos dijera, (en particular yo estuve de rodillas un rato pidiéndole: “háblame, háblame Señor”); y Él, en su fidelidad, durante la noche me estuvo hablando, recordando Su Palabra, lo que Cristo ya me había enseñado; porque el Espíritu Santo nos guía a la Verdad de La Palabra de Dios. Y cuando clamamos a Dios, Él SIEMPRE responde.

    Así dice el Señor que hizo la tierra, el Señor que la formó para establecerla; El Señor es su nombre:
    “Clama a mi, y yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces.”
    Jeremías 33:2-3

    El enemigo o nuestra propia “sabiduría” o carne también nos puede responder. Pero si hemos recibido el Espíritu Santo, lograremos discernir lo que es y no es de Dios al encontrar la respuesta en Su Palabra, que es VIVA y EFICAZ, y mas penetrante que una espada de dos filos. Divide el alma (lo nuestro: mente, emociones, voluntad), del espíritu (lo que es de Dios), y discierne los pensamientos e intenciones del corazón. Al venir y hacer una división entre lo que es nuestro (alma), y lo que es de El (espíritu) podremos darnos cuenta de lo que nosotros queremos o pensamos, y lo que EL dice y quiere. Después, solamente nos queda decidir hacerlo a nuestra manera; o la de El Señor, obedeciendo y recibiendo la bendición de la promesa.

    Si tienes un hijo rebelde, y tu amas a Dios (a la manera que Él nos pide), puedes tener la certeza de que para los que Lo amamos todo sucede para bien. Y  Dios tiene un propósito por el cual esta permitiendo esta situación con tu hijo. Su voluntad es siempre buena, agradable y perfecta y Él esta haciendo una obra que aunque no vemos, sabemos que la esta haciendo, nuestra esperanza no esta puesta en nuestras fuerzas o capacidad, o en algún psiquiatra, sino en Dios mismo. Porque una vez que hemos venido a Cristo, andamos por fe y no por vista. Fe en El, en el autor, en Jesucristo, en SU PODER y no en el nuestro, para transformar el corazón de nuestros hijos.
    Fe es la certeza de lo que se espera, y la convicción de lo que no se ve. Así es que si viéramos a nuestros hijos cambiados, pues eso ya no requeriría de fe. Y sabemos que la fe, mas preciosa que el oro y la plata, necesita ser probada como por fuego. Fe es estar convencidos de que Dios los tocará, así como lo hizo con nosotros y los otros hijos, en SU Tiempo, transformando los corazones y la vida desde el interior. Esto es algo que ningún ser humano puede hacer por nosotros, nadie puede convencer a nadie de Dios, ni cambiar nuestro corazón.

    Y sabemos que Jesucristo nunca llega tarde. Lo comprobamos cuando al parecer llegaba cuatro días tarde con Lázaro, y llegó, no a sanarlo; sino cuatro días después de que Lázaro había muerto. Pero Jesucristo se glorificó aún mas, resucitando al muerto, que si lo hubiera solamente sanado. Y muchos, al ver este milagro se convirtieron a Dios.
    Así es que confiemos en que Dios tiene un propósito por el cual se esta tardando en resucitar (espiritualmente) a ese hijo rebelde.

    Hagamos la parte que nos corresponde, y dejemos que Él obre lo demás. Esperemos y confiemos en Él. Y la pregunta sería: ¿Cuál es la parte que nos corresponde? Esa, nos la dará Dios a cada quien, pero yo les seguiré compartiendo lo que Dios me habló a mi anoche. Y te hablará a ti también si se lo pides…



    Dios hará la obra completa que ya inicio en nuestra familia. El ha dado la promesa que nosotros (los que creemos) y toda nuestra casa seremos salvos, y vendremos al conocimiento de la Verdad. El no compartirá su gloria con nadie, y solamente el poder de su Espíritu Santo obrando en nuestros hijos traerá la convicción de pecado y maldad, arrepentimiento y la nueva vida que Cristo nos da cuando venimos a Él.
    Y no debemos de dudar en ningún momento que así será, porque es Su Palabra contra cualquier otra cosa que nosotros pensemos o alguien más nos diga.

    Muchos opinarán en la forma en que debemos tratar a nuestros hijos para que cambien: algunos dirán que apretemos, otros que soltemos, otros que vayamos con fulano de tal, etc. Y no es malo escuchar los consejos, ya que en la multitud de consejos está la sabiduría, y Dios usa también a las personas para hablarnos; pero tenemos que tener el discernimiento de lo que viene de Dios y lo que viene del mundo. Si ese consejo viene respaldado con La Palabra de Dios, sabremos que es de Dios…. Él sigue siendo el Admirable Consejero.




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