• “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.




    Cuando nuestro Señor y Salvador Jesús estaba siendo crucificado en la cruz del calvario pronunció estas palabras: ¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?!" (Mt. 27,46; Mc.15,34). Cuando hizo esta exclamación estaba pasando por un momento lleno de angustia, dolor y gran sufrimiento. Fue tanta su agonía que el no podía sentir, o percibir al Dios Padre junto a él; se sintió solo en un momento dado. La presencia de Dios fue opacada por tanto dolor, y sufrimiento - Aunque Dios nunca, ni por un instante le dejó, Jesús sintió que el espíritu de Dios se había apartado de El.


0 comentarios:

Publicar un comentario