• NUNCA PIENSES QUE NO ERES NADIE EN LA VIDA,TODOS TENEMOS UN VALOR ÚNICO QUE SOLO LAS PERSONAS DE BUEN CORAZÓN SE DAN CUENTA DE LO QUE VALES




    De vez en cuando me gusta salir a la calle a deshojar las páginas reales de nuestra oportuna presencia, no en vano escribir es pensar sobre lo vivido y protestar, aunque sea de uno mismo. Además de hacerse valer siempre, hemos de pensar para decir lo que cada cual quiera decir, y decirlo. La libertad no puede existir únicamente en los sueños, ha de convivir con nosotros. Y por consiguiente, la regla del que escribe no es otra que conversar mucho y meditar más. En consecuencia, opté por beber de los abecedarios de ciudadanos hallados en cualquier esquina del camino. Ciertamente me encontré con mucha gente desencantada, con una actitud acomodaticia y pasiva. Sentí pena al observarlos, pues muchos de ellos eran jóvenes, con cara de aburridos, resignados a los acontecimientos, sin espíritu apenas para buscar nuevos horizontes. Intenté hacerme un hueco entre ellos, para cuando menos soñar en un futuro diferente,  y la verdad que no sabían cómo cambiar su vida. Realmente no tienen proyectos, viven una vida sin sentido, esclavizados por las tecnologías, pero con el aburrimiento de la soledad impuesta.

    También observé gente mayor muy sola, custodiada por animales de compañía, deseosa de enhebrar palabras y que alguien les escuchase. Es verdad, a veces el atardecer de la vida es un poco molesta por las enfermedades que comporta, pero la sabiduría que tienen nuestros abuelos es una herencia que no podemos obviar. Precisamente, una de esta personas mayores, me comentaba sobre la cantidad de enfermedades raras que estaban surgiendo, incluso un familiar suyo que vivía en el campo, me dijo que había contraído uno de esos malditos padecimientos, que no saben cómo atajarlo, pero él estaba convencido que el origen viene de muchos elementos químicos de fertilización de las tierras, de productos fito sanitarios y plaguicidas en definitiva. Quizás no le faltase un poco de razón, entre la química y la tecnificación, no dejamos que el ecosistema respire, se oxigene por sí mismo, y pueda desarrollarse.




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